Es muy habitual en consulta que un paciente me diga “tengo CANDIDIASIS”. Las mujeres suelen tener cuadros infecciosos vulvovaginales y en los hombres es más habitual encontrarla en la boca, también en zona genital. En ambos, si las infecciones se han cronificado, pueden pensar que tienen candidiasis intestinal.
En un ecosistema intestinal equilibrado la Candida vive normalmente y en perfecta armonía con el resto de microorganismos que lo forman. Tiene la particularidad de ser un microorganismo dimórfico. Su forma levaduriforme es inofensiva, pero en determinadas circunstancias de disbiosis, puede cambiar de forma y empezar a formar clamidosporas (tipo de espora axesual) y psudohifas, pasando a su forma miceliana y comportándose a partir de ese momento como un patógeno.
Se “agarra” a la pared intestinal destruyendo las uniones intercelulares (tight junctions) y los enterocitos, llegando a los ganglios mesentéricos y desde ahí, a través de los vasos sanguíneos, puede producir una candidiasis en cualquier mucosa del organismo.
Los cuadros de candidiasis que se cronifican, además de las alteraciones locales de la mucosa colonizada se asocian otros síntomas sistémicos como: