Microbiota intestinal, nuestro tesoro

microbiota

Es difícil contar algo de la microbiota que no se haya dicho con anterioridad. Con algunos datos, voy a tratar de dimensionar su magnitud y la importancia que tienen para el mantenimiento de nuestra salud.

Millones de microorganismos colonizan la piel y todas nuestras mucosas (aparato digestivo, boca, pulmón, vías urinarias, mucosa genital, garganta, nariz, oído, etc) excepto la conjuntiva de los ojos, que es estéril. 

De todos estos grupos de microorganismos, el más importante es el que vive en el intestino, por la extensión que tiene esta mucosa que, si la extendiéramos, su superficie es similar a una pista de tenis y mide más de 500 m2.

La microbiota intestinal está formada no sólo por bacterias que, si bien es el grupo más relevante, coexisten con virus, protozoos, arqueas, hongos y levaduras, viviendo en perfecto equilibrio, entre ellos y con nosotros, en una relación de simbiosis mutualista, lo que significa que no podrían vivir sin nosotros y ni nuestra salud, ni siquiera la vida, sería posibles sin ellos. 

 

¿Para qué sirve? 

La clase médica se está planteando a la microbiota intestinal como un órgano más, igual que el pulmón, los riñones o el corazón, debido a sus trascendentes funciones. Las principales son: 

  • Función de defensa, protege nuestro organismo de la colonización por posibles patógenos. 
  • Función metabólica /anabólica (de síntesis), sintetizando elementos esenciales para nuestro organismo que no podemos producir: vitaminas (A, B1, B2, B5, B6, B7, B9, B12 y K), nueve de los veinte aminoácidos, ácidos grasos y de diferentes tipos de ácidos grasos de cadena corta. Conviene resaltar, que de ella depende también la correcta absorción de minerales (calcio, hierro, magnesio, sodio, etc.). Intervienen también en el metabolismo de la lactosa, de las hormonas esteroideas, de los ácidos biliares, etc. 
  • Función metabólica /catabólica (digestión) que, junto al ácido clorhídrico y las enzimas, pancreáticas y hepáticas, hacen la correcta digestión de los alimentos. 
  • Función estructural o trófica, manteniendo la estructura y normal funcionamiento de la pared intestinal y la capa de mucus que tapiza la pared y sirve de alojamiento a las bacterias, a sus nutrientes, a las moléculas de defensa, etc. 
  • Función neurológica. Algunas bacterias tienen la capacidad de sintetizar aminoácidos (como el triptófano), hormonas (como la serotonina que es “la hormona de la felicidad”) y neurotransmisores (elementos que utilizan las neuronas en la médula espinal, que en el intestino y la mayoría son hormonas serotoninérgicas. 

 

¿Es esa la razón por la que el cambio de nuestros estados afectivos afecta tanto al aparato digestivo?, ¿o es al revés?. Pues sí, lo es, la alteración de nuestra microbiota tiene capacidad de alterar nuestros afectos y estados de ánimo y a su vez, la alteración de éstos afecta también a nuestras bacterias. La comunicación entre el cerebro y el intestino es continua en las dos direcciones y está regulada en gran medida por la microbiota. 

  • Función inmunitaria. La microbiota promueve el correcto desarrollo y funcionamiento de la inmunidad. 

 

En definitiva, hemos establecido con nuestros microbios una relación imprescindible. Son un gran tesoro que tenemos que cuidar, y ellos cuidarán de nosotros.